domingo, 11 de noviembre de 2007

Entre copa y copa


Por las noches se despierta el momento de la calma. Una copa de vino es siempre buena compañía, para encender ideas, para disfrutar de la música, una película, un libro o el silencio.
Si bien es mediodía, pleno domingo y sin una botella descorchada aún, en un céntrico barrio de Buenos Aires o en cualquier otra parte del planeta, un soltero y aficionado al vino y otras cuestiones gourmet como yo, se encuentra en plena tarea de orden, limpieza y puesta a punto del hogar.
La cocina muestra orgullosa mis cacerolas, mi colección de cuchillos prolijamente ordenados y colocados de mayor a menor en su iman de pared, y una habitual colección de botellas que se acumulan periódicamente con el paso de los días. Me gusta la idea de sacar las botellas vacias a la calle no de forma individual sino en cierto volumen respetable, para que los recicladores de primera mano las pongan en sus carros y les den un destino de sustentabilidad. Me importa el medio ambiente y sus frutos.
Siempre pienso lo mismo: debería sacar una foto a cada botella de vino tomada, para algun día hacer un blog o algo así. Bueno, llegó el momento.
Hoy me puse las pilas y decidí comenzar. Una verdadera excusa para compartir mis degustaciones, mis impresiones personales, la amistad, la buena vida -que puede ser bastante simple-, mis recetas y lo que vaya sucediendo entre copa y copa.

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